La vía de pozos del Sil no defraudó y disfrutamos como neños hasta pinchar con el curso de aguas, donde ya no nos cogía una paja en el culo por su belleza. Resumiendo, preciosa travesía con todo bien equipado de forma deportiva, vamos, de lujo no tener que poner más que las cuerdas.
El domingo lo dedicamos a otras actividades de sumo riesgo para la salud, como son el vaciado de recipientes de vidrio y cerámica, algo muy chungo y que necesita la máxima concentración.
El lunes ya fuimos más buenos y pusimos la guinda al finde haciendo el barranco del Pincuejo, en Caldas de Luna. Es un cañón muy disfrutón, tanto por la aproximación, con unas vistas del cañón impresionantes, como por su descenso. Excavado en caliza y muy encañonado este barranco nos enseña durante 1:30 horas+- rápeles de hasta 14 metros con algún pequeño destrepe al principio, y algún mini tobogán, todo ello aderezado por su belleza, si este cañón fuera más acuático y más largo seria lugar de peregrinación. San Pincuejo de Caldas.
Después del descenso del río, también disfrutamos de la hospitalidad de Caldas, gracias a una paisanina que nos regaló una botella de buen vino.
Un finde que se paso muy rápido, pero perfecto.
Chyqui, Santi, Cantia y yo.
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