Después de sudar en las estrecheces y los pasos tragarrodillas de la Cuova del Mixón, nos decidimos (Justo, Nerea y Angel) a pegarnos un homenaje en el cañón de Cuasacas. Aunque recientemente Justo ya lo había hecho y, en general, tenemos el culo pelao de tantos descensos, nunca se cansa uno de una jornada por este arroyo y máxime cuando teníamos el tiempo de cara y Nerea aun no lo había catado, pudiendo verla gozar en cada resquicio del cañón….ni las arañas, ni los “bichosh aladosh” (como dice ella) pudieron quitarle la sonrisa de la cara durante todo el descenso y ello gracias a la cantidad de rápeles, toboganes y destrepes que ofrece este recorrido. Si a ésto le unes la belleza y la variedad de muchos de los pasajes, aderezado con el juego de luces constante entre el verde, la roca y el agua… pues pa que te voy a contar.
Tras unas tres horas y media remojándonos por fuera completamos el Domingo humedeciendo los interiores a base de rubias “lupulentas”. Desde luego, un fin de semana de lo más completo. Os adjunto algunas fotos:
Tras unas tres horas y media remojándonos por fuera completamos el Domingo humedeciendo los interiores a base de rubias “lupulentas”. Desde luego, un fin de semana de lo más completo. Os adjunto algunas fotos:
Empieza el tramo abierto