Domingo 15 de Junio de 2008, falta poco para todo… para las vacaciones, para que suba el Sporting, para que deje de llover, para recuperarnos de unas inesperadas lesiones (una inflamación en el hombro y una más que posible rotura de dedo del pie), etc. Con este panorama, decidimos retomar las operaciones barranquiles y atacar el cañón del título. Bueno en realidad, más que un cañón, se trata de un accidentado arroyo que divide el maravilloso bosque pongueto a mitad de camino entre el desvío a San Ignacio y Puente Vidosa, donde une sus aguas al río Sella.
Dejamos la furgoneta en un apartadero a poco más de quinientos metros de Puente Vidosa, trás visualizar la última cascada del barranco desde la misma carretera y comprobar el nivel de agua. Una vez pertrechados, nos metemos por una pequeña senda que partiendo de la carretera, sube paralela al arroyo en zigzageantes rampas de bravo desnivel. En menos de veinte minutos coronamos un estrecho paso abierto entre la roca caliza y descendemos hasta un gigantesco caos de bloques, ya en una zona más abierta y punto de unión con un afluente de menor entidad. En este paraje abandonamos la senda por la que veníamos y cuyo destino son las altas majadas de Baeno (testigo de nuestra andadura hace ya tiempo en un fallido intento al pico Canillín) y metemos la directa hacia el torrente. En total no llegaría a la media hora, el tiempo transcurrido desde el aparcamiento hasta tocar la orilla del río.
Ya metidos en faena, no queda más que disfrutar del paisaje y juguetear con el agua. Las copiosas y persistentes lluvias de esta temporada, nos amenizan los sucesivos resaltes que se interponen en nuestro camino con una buena dosis de agua que la verdad no esperábamos. Algunos rápeles, de no más de diez metros de altura (excepto una cascada de forma puntual), conforman la primera parte del barranco y nos dan idea del carácter abierto del descenso, no en vano, estos resaltes son destrepables por casi cualquier sitio (teniendo cuidado con lo resbaladizo del terreno). Así pués, con el bosque de testigo y la lucha constante entre la roca y el agua, vamos acercándonos a la parte final del barranco y claramente diferenciable del tramo superior. Se trata de una zona también abierta, siguiendo la tónica general del descenso, pero donde el agua se encauza con algo más de fuerza, dándole vistosidad al descenso de los tres rápeles finales (de más de diez metros de altura). Éstos se distribuyen de forma consecutiva y en poco tiempo te dejan en las inmediaciones de la carretera mientras que al arroyo la Redonda, que parece sumirse algo a la salida, todavía le quedan unas decenas de metros para incrementar el grueso del río Sella. Dos minutos después estamos al lado de la furgo listos para descorchar.
Ya vestidos de calle y bien impregnados de las feromonas neoprénicas características, cabalgamos hacia poniente con el sol a nuestras espaldas y el corazón de las lugareñas en nuestro puño…. Bueno, ¡vale!… tiramos a Puente Huera para hacer lo que mejor se nos dá y ningún manual nos enseñó: comer/ lingotazo de Ribera del Sella/ comer, en ciclos combinados y a tiempo indefinido. Apoyamos el festín con dos millones de planes y proyectos para próximas fechas y posteriormente animamos la sobremesa con las aventuras futboleras y demás trastadas de Manuel, el hijo del dueño del chigrín de Puente Huera. Una vez “fartucos” de todo, emprendemos el regreso a Oviedo, listos para animar al Sporting en su batalla final.
En definitiva una buena actividad: Aguas muy limpias, estético por la bonita visión del entorno y rápido de acceder y de descender (muy bueno para cuando tú equipo se juega el ascenso a primera división y no quieres prisas)… En nuestra opinión se trata de un corto descenso que técnicamente ofrece poca dificultad, siempre y cuando se tenga presente que se trata de una progresión por un terreno resbaladizo, con bloques sueltos en algunas zonas y pequeños agujeritos escondidos bajo el agua que hacen las delicias de tibias, peronés y tobillos. Por estas razones y como todo barranco, para pasarlo bien pero con seguridad. Es muy recomendable hacerlo con mucho caudal, le da ese puntín disfrutón que seguro no tiene en las épocas de estiaje, donde seguro que baja un hilo de agua.
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